Nuestra
formación como músicos muchas veces descuida la esencia de lo que somos, y se concentra en el
virtuosismo de la técnica, el análisis musical
y la interpretación de obras clásicas europeas.No esta mal, pero si incompleto.¿ Y si plantemos enseñar lo mismo con obras de compositores populares argentinos? de tango por ejemplo. Todavía permanece latente el
mito del músico como un iluminado, un virtuoso
que toca muchas escalas y rápidas,
y tiene un peinado desprolijo y desafia todo lo establecido. Una visión romántica
que permanece, y se alimenta por los medios de comunicación y prejuicios de la sociedad. Todavía se ven
alumnos en el conservatorio y en la facultad con esa visión:” Se compraron un
personaje con moño y todo”.
Este tema no es menor, ya que la IDEA que tengamos
sobre la música va a definir de qué
manera nos relacionamos con ella, en la forma que la transmitimos o la
compartimos. Es bueno volver a las raíces, a nuestra identidad: lo que somos.
Podríamos por ejemplo, interesarnos por los instrumentos prehispánicos, preguntarnos
una vez por lo menos que compartían o buscaban comunicar nuestras antepasados,
que relación tenían con su entorno, comparar con nuestra época, ver lo que
somos y hacia donde vamos, o “nos quieren hacer ir…”que influencia tienen el folklore actual con estas cosas, como se
encuentra compuesta culturalmente nuestra sociedad.
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